martes, 2 de febrero de 2016

Para adular a René Juárez, cambia Tino García nombre de plaza de toros de Cuajinicuilapa

Eduardo Añorve
Cuajinicuilapa de Santamaría, Gro.
2 de febrero de 2016


 Pie de foto: Plaza de toros. Oportunismo político de García Cisneros. Fotografía: Eduardo Añorve.

En el año 2002 se inauguró de manera incompleta la plaza de toros de Cuajinicuilapa.
La placa que colocaron en una de sus paredes dice (se respeta redacción): “Gobierno del estado de Guerrero/ H. Ayuntamiento Municipal/ Cuajinicuilapa Gro./ 1999 - 2002/ InauguraN incompleta/ ‘Plaza de toros/ Lic. RenE JuArez Cisneros’/ El gobernador LIC. RENE/ JUAREZ CISNEROS/ EL PRESIDENTE MPAL. LIC./ CONSTANTINO GARCÍA CISNEROS”.
Ambos, gobernador y presidente municipal eran militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y llegaron a esos cargos como candidatos del mismo.
René Juárez impuso como presidente a García Cisneros, ofendido como estaba con los perredistas de Cuajinicuilapa por haberlo agredido tirándole huevos en la cancha deportiva en su primera visita oficial como gobernador a esta cabecera municipal.
El presidente municipal, Andrés Manzano Añorve, había negociado con el gobernador Juárez Cisneros esta visita a pesar de la tensión que existía en el estado, pues los perredistas demostraron que llegó a la gubernatura a través de un fraude (el candidato, Félix Salgado Macedonio, contendiente del electo, llevaría cientos, miles de boletas electorales al Congreso de la Unión en varias costalillas como prueba).
Los perredistas de Cuajinicuilapa incumplieron el acuerdo para aceptar la visita de Juárez Cisneros y actuaron agrediéndolo en rechazo a su elección; en el camino, huevearon también a su propio presidente municipal.
René Juárez, entonces, decidió vengarse de Cuajinicuilapa y bloqueó todo apoyo al gobierno municipal (incluso fue hostil con Manzano Añorve)... hasta que llevó mediante un fraude a Constantino García Cisneros (la “operación” más escandalosa fue cometida en la casilla 1005).
Era comprensible, pues, que la plaza de toros semiconstruida o inconclusa llevara su nombre; y así permaneció por años, con ese nombre.




Pie de foto: Placa inaugural. Inauguración incompleta. Fotografía: Eduardo Añorve.
 

Cuando llegó al gobierno municipal por segunda ocasión el Partido de la Revolución, encabezado por Vicente Cortés Rodríguez (2005-2008), el cabildo decidió emprender una serie de reformas y cambios que incluían la adecuación de la numeración de las calles (que estaba desfasada) y renombrar la plaza de toros como Abraham Zárate, político negro-criollo de Cuajinicuilapa que buscó ser presidente a nombre de los negros-criollos y pobres del municipio sin conseguirlo.
En homenaje a un personaje local, el cabildo de Cuajinicuilapa decidió llamar con su nombre esta plaza.
Y así permaneció por años, durante los gobiernos de los panistas José Guadalupe Salvador Cruz Castro y Salvador Cruz Castro e Yrineo Loya Flores (2008-2011 y 2011-2015, respectivamente).
Ahora, en 2016, el presidente Constantino García Cisneros mandó a pintar la plaza de toros para hacer lo que mejor le sale: llevar espectáculos basura a la población, en esta ocasión, con motivo de la feria de segundo viernes, que se realizará dentro de quince días.
Incluso, este presidente declaró hace unos días, cuando le preguntaron si las deudas del Ayuntamiento no impedirían la celebración de esas fiestas: “Todo lo contrario, haremos un festejo alegre y bullanguero, donde estarán presentes las tradiciones de nuestro pueblo y región, representado por la Dirección de la Cultura”.
Y para que todo esté listo, también cambió el nombre de la plaza de toros, de Abraham Domínguez a Renë Juärez Cisneros (así, con diéresis en vez de tildes, en una alarde de exceso de ortografía)... sin consultar al cabildo, tal vez porque está seguro que nadie protestará, que nadie dirá nada, que los ediles no se interesan en lo que pasa en el pueblo.
René Juárez, si viene a la feria de Cuajinicuilapa, estará seguramente agradecido y contento con el gesto, hecho a nombre del pueblo, claro está.

Turismo de paso: riqueza ignorada y despreciada por las autoridades de Cuajinicuilapa

Eduardo Añorve
Cuajinicuilapa de Santamaría, Gro.
2 de febrero de 2016
 

Mientras el turismo de paso está obligado a parar en Cuajinicuilapa, las autoridades pretenden descubrir el hilo negro del turismo ofertando playas sin infraestructura mínima para atender a turistas. Fotografía: Eduardo Añorve.

Una de las fuentes importantes de ingreso en el rubro de turismo en Cuajinicuilapa es el llamado turismo de paso, el que practican quienes transitan por su calle principal, avenida Cuauhtémoc-Porfirio Díaz, que es la zona urbana de la carretera federal 200 Acapulco-Pinotepa Nacional, y que van hacia otras poblaciones, tanto de Guerrero como de Oaxaca y más allá.
A todas horas y todos los días del año transitan por allí automóviles, camiones, autobuses, trailers, motocicletas y vehículos de distintos tipos, haciendo muchas veces paradas en el centro de esta cabecera municipal.
Usualmente paran a comer, a comprar bebidas y a utilizar sanitarios públicos.
El gran problema que enfrentan, sobre todo los autobuses, es dónde estacionarse, y muchas veces lo hacen en lugares reducidos (frente al mercado y a las oficinas municipales, o en la gasolinera del Barrio Abajo, por ejemplo) reduciendo a su vez el tránsito de otros vehículos.
Estando las banquetas del centro de este pueblo copadas por los comercios y por sitios de taxis, el tránsito en ciertas horas se vuelve un caos, y con ellos las posibilidades de estacionarse se reducen; se sabe de algunos choferes que han preferido dejar de parar en Cuajinicuilapa e irse a poblaciones más amables, desde este punto de vista.
Comerciantes y urbanistas locales opinan que las autoridades municipales debieran construir espacios para que estos autobuses se estacionen sin problemas, pues sus pasajeros siempre utilizan algún servicio local, lo que implica que existan ingresos para quienes se dedican a proveer alimentación y bebidas, comercios y sanitarios.
Una propuesta que se maneja de cuando en cuando es rehacer el mercado del centro, construyendo un estacionamiento en la parte baja o alta para procurar que más autobuses paren y sus pasajeros consuman en Cuajinicuilapa.
Con la polémica demolición del zócalo, realizada por el gobierno de Yrineo Loya Flores, un urbanista sugirió que allí podría construirse un estacionamiento subterráneo para que sirviese como estacionamiento y conseguir que los turistas de paso pudieran tener acceso a productos y servicios; incluso, este ingeniero agregó que, con ello, se podría incentivar la creación de artesanías u objetos (de los llamados “recuerdos”) para vendérselos.
Pero las autoridades anteriores y las actuales no han sido capaces de visualizar estas alternativas; ahora, el gobierno de Constantino García Cisneros ha insistido en ofrecer playas inhóspitas y con malos servicios o lugares sin atractivo (como La Presa) a los turistas.
Como bien dijo un ciudadano a Diario Alternativo: “Las playas de Tierra Colorada y de esa zona están bonitas, pero el problema es ¿quién va atender a los turistas y qué van a comprar allá si no hay servicio de restaurante o de palapas?”.
Por su parte, las autoridades insisten en vender zonas inhóspitas y sin infraestructura carretera, restaurantera ni hotelera, es decir, sin servicios para turistas.
En el reciente foro regional que se realizó en Xochistlahuaca, se quejó García Cisneros de que la directora de Turismo no pudo exponer su ponencia ‘El gran olvido que existe en la región de la Costa Chica, en cuestión de sus playas’, y explicó en qué consiste ésta: “...donde también se plantea la necesidad de mejorar las condiciones de los tramos carreteros, además se expone la contaminación excesiva de las playas, escasa o nula seguridad pública, escasa promoción y difusión al turismo, bajo nivel gastronómico y de servicios”.
Y con esta explicación el propio presidente delata por su propia boca que ni idea tiene (ni tampoco la gente del área de turismo) de que eso que denuncian es precisamente el problema que ellos deben resolver: la pésima infraestructura carretera, la contaminación de las playas (que ellos mismos califican como ‘excesiva’), la falta de seguridad pública, la falta de promoción y difusión y la inexistencia de infraestructura turística. Le faltó agregar los abusos que comenten los restauranteros de Punta Maldonado, por ejemplo.
Mientras ellos se lamentan (como si no fueran el gobierno), en la cabecera municipal los turistas de paso van y vienen, aprovechando las precarias condiciones e infraestructura turística, estando obligados a ello y siendo ya clientes cautivos de los servicios que les ofrecen los comerciantes, al margen e incluso a pesar de la miopía y la torpeza de los funcionarios públicos.

Seguidores