domingo, 25 de septiembre de 2011

Se puso cabrón el cura de Cuaji y afrientó a cofrades de San Nicolás Tolentino

20 de septiembre

EDUARDO AÑORVE

CUAJINICUILAPA

Alberto Ghiglia, párroco y padre religioso de los católicos cuijleños, se puso cabrón y afrentó a los cofrades de San Nicolás Tolentino, el pasado domingo 18 de septiembre, cuando llevaron una de las imágenes del santo, propiedad de su cofradía, a misa de seis de la tarde, antes de entregarlo a la familia que lo hospedara y honrará durante el año, como es la tradición, y regañó por segunda ocasión a la encargada de ese culto, aparentemente por no tomarlo en cuenta.

El primer regaño fue en ausencia, relatan: en la misa de las ocho de la mañana del pasado domingo, el sacerdote Ghligia acusó ante los feligreses a la hermana Saula porque se creía “la dueña” de la iglesia, haciendo referencia a que ésta, como es hábito y costumbre, adornó el altar del santo Tolentino para honrarlo en la misa de seis de la tarde.

Aunque ese hecho causó indignación entre las cofrades de San Nicolás presentes en misa, la ausencia de derecho de réplica en la ceremonia las movió a prudencia, como reconoció una, quien se quedó con ganas de dar su versión en ese momento o defender las acciones de la acusada, pero tuvo que aguantar el coraje y guardarse sus opiniones, según no declaró ante este reportero pero sí lo expresó a otras, quienes sí lo vertieron.

Más allá de las diferencias culturales, que los sacerdotes del culto católico saben manejar muy bien [porque podría pensarse que su actitud obedece a la esencial contradicción entre la cultura occidental, del sacerdote, y la criolla, de los cofrades], la ofensa que infringieron al padre fue que, supuestamente, no lo tomaron en cuenta para aderezar el altar del santo: flores, adornos, tendidos y manteles, entre otros, le causaron molestias pues no fueron de su agrado; en ocasiones se exhiben alhajas que le ofrecen al Tolentino.

Hace un par de años, cuando Ghiglia llegó a esta parroquia, al serle preguntada su opinión sobre estos actos, algunos de plano calificados como paganos, del culto a San Nicolás [los Vaqueros y el Toro de Petate bailan dentro de la iglesia, al son de su música; los objetos ofrendados al santo se utilizan para adornar su altar; velan en el atrio de la iglesia al santo, entre baile, comida y cervezas y cuetes abundantes; los “lascivos” bailes del Terrón y la Minga; etc.], y su postura sobre su pertinencia, él respondió que se hiciera como lo habían hecho año tras año, y el primer año no hubo problemas.


El pasado domingo, al llegar la procesión (Los Vaqueros y El Toro, el Terrón y la Minga, los músicos y el cortejo que acompaña la imagen del santo referida) a las puertas de la iglesia, el sacerdote salió a la puerta y se supuso que los recibiría como parte de la celebración de la misa; sin embargo, Ghiglia se dirigió a la hermana Saula Carmona para amonestarla, reconvenirla y regañarla, en voz harto audible, por sentirse “la dueña” de la iglesia, al grado tal que ella no pudo contener el llanto.

En este último lance del padre contra las paganerías de los criollos adoradores del Toro de Petate [hecho que encubren con la adoración del católico San Nicolás Tolentino] también censuró, con su respectivo regaño a la donante, la donación un par de lámparas colocadas en su altar para mejor iluminar la imagen del milagroso santo aparecido.

Buscando explicaciones terrenales a la conducta del sacerdote –que trasciendan las trilladas de que esos actos censurados no fueron de su gusto o que no lo tomaron en cuenta–, algunos feligreses devotos del Tolentino especulan que su conducta tronante obedece a su sospecha de que integrantes de esta cofradía lo denunciaron ante sus superiores por pecadillos no minúsculos, de esos de la carne y el cuerpo.


Entre los feligreses que no lo quieren o desconfían de él, se dice que Ghiglia ha tenido percances similares, donde ha mostrado su congruencia autoritaria –rasgo masculino, como los que los católicos, y todos quienes profesan cultos en torno a Jesucristo, le atribuyen a su dios–, como regaño a catequistas que no hacen lo que él piensa, manoseos nada santos a jóvenes mujeres o tener en calidad de concubina a una secretaria personal suya, y hasta tener hijos.

La cofradía es una institución que los conquistadores y colonizadores utilizaron para controlar a sus esclavos en la Nueva España, preferentemente afrodescendientes, a quienes les permitían reunirse cada domingo para rendir culto a algunos de los santos del panteón católico, intentando de ese modo otorgarles cierta movilidad para impedir su huida.

Esas instituciones, como también los cabildos de negros, fueron, a su vez, reutilizadas o apropiadas por los esclavos y, entre otras, tuvieron como funciones ayudar a sus semejantes, esclavos en situaciones críticas, y hasta reunir oro para comprar la libertad o manumisión de algunos de ellos; aunque una de sus funciones centrales fue servir para manifestar, recrear y profesar su religiosidad, transfigurada de yoruba o bantú, por ejemplo, a católica, en las que la música y el baile son imprescindibles.

San Nicolás de Tolentino es el santo patrón de los criollos “duros” de Cuajinicuilapa, quienes aseguran “que castiga, el santo”, a quienes no participan en su culto y celebraciones con gusto ni de corazón, además, y con más rudeza, a quienes se oponen a él y a sus corifeos, a sus bacantes, a sus danzantes y a sus sacerdotisas, incluidos a sus cofrades.

Hace muchos años el santo castigó a un párroco que quiso impedir que los Vaqueros, el Toro de Petate, la Nana Minga, el Terrón Pancho y sus músicos entraran a la iglesia a hacerle ruidosa, festiva y pagana reverencia en su día: este sacerdote fue removido de esta parroquia que algunos centavos reporta a la santa madre iglesia católica, y algunos de los cuales iban a parar a su bolsa; y hay cuijleños viejos que todavía lo recuerdan.

También dicen que el santo lo ve todo desde su altar.

Alberto Ghiglia pertenece a la orden de los Oblatos, quienes tienen como valores y conceptos la entrega, la disponibilidad, el amor, la lealtad, la alegría, la donación, la sencillez, el sacrificio, el servicio, la paz, la misericordia, la justicia y la amabilidad.

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