miércoles, 11 de mayo de 2011

Protestan por el cobro de entrada en la unidad deportiva de Cuajinicuilapa


10 de mayo

EDUARDO AÑORVE

CUAJINICUILAPA

La entrada a la flamante unidad deportiva de Cuajinicuilapa cuesta cinco pesos, y esa “pequeña” cantidad representa problemas para niños y adultos que quieren ingresar, motivo por el que existen molestias y protestas entre la población.

“No hay ni siquiera sombra ni sillas o algo donde uno pueda sentarse”, comenta una madre de familia que llevó a su hijo a subirse a los juegos para niños.

El problema es que tampoco son suficientes los juegos para niños, agrega esa madre, cuando se percata que los escasos aparatos para que los niños menores de edad jueguen han sido copados por una decena de ellos, dejando a pie a otros, entre ellos a su hijo.

Tienen que esperar a que se desocupen los insuficientes juegos, y entonces se percata, esta madre de familia, que no hay lugar para sentarse; ya tuvo que bregar con el suelo no compactado, que hace lentos sus pasos y el de su hijo y sus acompañantes, ahora debe esperar en el sol a que haya lugar para que su hijo juegue.

Pero ella ya entró y pagó las entradas suyas y de sus dos hermanas y su hijo, y ahora se dedican a esperar a que éste tenga lugar para subirse a uno de los dos que tres juegos para niños.

Otra señora apenas llegó a la entrada, con sus diez niños, entre hijos, sobrinos y arrimados, para enterarse que cada uno de ellos debe pagar cinco pesos; y hasta allí llegaron: no tienen dinero suficiente para pagar la entrada.

De nada sirve pedirle al cuidador de la entrada que sea sensible, que entienda que la gente no tiene dinero para pagar esos cinco pesos, que hicieron un largo viaje a pie para entrar pero que nadie les avisó que había que pagar y que, por favor, no les cobre.

Se tienen que regresar, la mujer y la decena de niños. Van molestos.

Una mujer llega a más: se pelea con el cuidador y hasta con los policías-vigilantes que le entran al quite y quieren argumentar que se necesita dinero para pagar los cuidados y el mantenimiento de la unidad deportiva; el argumento de la mujer contra ellos es contundente: para que hablan, los policías, si a ellos les paga el Ayuntamiento.

Y por más que la señora pelee porque la dejen entrar de gratis con sus niños a la unidad deportiva, y les argumente que para qué hicieron ese elefante blanco si no iban a tener dinero para poder mantenerlo, y de por qué están contratados como trabajadores de la unidad los familiares del presidente Cruz Castro, y etcétera: de todos modos no puede entrar sino hasta después que paga su cuota y la de sus niños.

“Yo no sé para qué invitan a la gente a que venga a la unidad deportiva sin avisar que van a cobrar, que cuesta cinco pesos, si solamente los niños vienen a los juegos y no venimos al gimnasio o las canchas, etc.”.

Boletos sellados por la Tesorería del Ayuntamiento de Cuajinicuilapa, enseña la mujer.

El argumento que mascullaron las autoridades fue este: se necesita cobrar la entrada para pagar el mantenimiento, y se cobra la entrada general y la de cada uno de los servicios o de cada lugar, aunque no tienen personal especializado para dar atención, hecho que también critica esta mujer.

Por lo que se ve, ni se les ocurrió a las autoridades elaborar un proyecto de factibilidad de la obra; incluso, es posible que ni idea tengan de lo que es eso.

No hay espacios para los niños, comenta una mujer, a nadie le interesa que los haya: “¿Cómo quieren que los niños le entren a hacer deporte si tienen que pagar la entrada a la unidad? No importa si van a alguna cancha o no, tienen que pagar, así como los padres de familia. Si uno sólo va a caminar tiene que pagar. No es justo, es absurdo”.

La señora que ha peleado con el encargado de la entrada y con los policías está molesta: No puede creer que tuvieron que viajar desde el centro de este pueblo hasta la tan ensalzada unidad deportiva para encontrarse que tienen que pagar.

“Y si uno sólo viene a caminar, no entiendo que tenga que pagar”, sigue argumentando. Y culpa al grupo que gobierna, al que sabe voraz y corrupto, capaz de hacer cualquier trastada con tal de hincharse y henchirse de dinero.

Y no se aguanta, y le dice al encargado, que es sobrino del asesor de Ayuntamiento, que éste tiene la culpa, que, de seguro, éste, Andrés Cruz Castor, hermano del presidente, es el que manda a cobrar, que ese dinero ni ha de entrar a donde debe, y como prueba esgrime la filiación del encargado: es sobrino de Andrés.

Y el encargado baja la cabeza, no tiene qué decir.

Incluso miembros del comité deportivo en el que se apoyó el Ayuntamiento para tirar hacia delante esta obra están decepcionados y coinciden en que no debe cobrarse la entrada, pero nadie los escuchó, nadie los escucha.

La gente está molesta, pero todo mundo acepta, aguanta; cuando mucho, se queja, pero luego se calla.

Y el cabildo, los regidores, el síndico y el presidente, a ellos no les importa esta cuestión; es más, ni idea tienen de que este tipo de proyectos debe financiarse con recursos públicos y no privatizarse cobrando la entrada y los servicios; mientras cobren sus emolumentos, ¿qué importa si estafan a sus representados?

Y la gente no pasa de molestarse, de criticar, de maldecir; de todos modos, la entrada a la maltrecha unidad deportiva de Cuajinicuilapa tiene costo, y no todo mundo puede pagar.

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