miércoles, 20 de enero de 2010

Demencia, finge presidente de Cuajinicuilapa ante denuncias de corrupción hechas por policías


Cruz Castro, enfermo

18 de enero

José Guadalupe Salvador Cruz Castro, presidente de Cuajinicuilapa, fingió demencia ante una serie de exigencias y denuncias hechas por un grupo de entre treinta y cuarenta policías preventivos y agentes de tránsito municipales de corrupción y de malas condiciones en que laboran, la mañana de este lunes 18 de enero, ante quienes en principio negó que conocía el pago de servicios de custodia a negocios particulares, aunque finalmente terminaría reconociéndolo, además de arremeter contra este reportero.

Primer episodio: acosan al Tesorero


Mendoza Rojas: No hay dinero

Aproximadamente a las 9:30 horas de la mañana del pasado lunes, una veintena de policías preventivos municipales dejó sus labores para ir a exigir una explicación al tesorero, Víctor Cornelio Mendoza Rojas, sobre el incumplimiento en el pago de su salario quincenal.

En la explanada interior del palacio municipal, frente a la tesorería y al lado de la dirección de seguridad pública, los policías lo encararon pidiendo su pago; el director de esta última, Eleucadio Valentín Agustiniano Montalván, miraba simuladamente la escena, entrando y saliendo de su oficina.

Aunque la discusión con el tesorero duró entre diez y quince minutos, ambas partes se limitaron, una a exigir el pago y las explicaciones, y, la otra, a informar que no había dinero para pagarles.

Mendoza Rojas fue enfático: “No hay dinero para pagarles, nos embargaron 230 mil pesos en este mes”, del ramo de seguridad pública, como parte de un embargo mayor, de 980 mil pesos, para finiquitar un pleito laboral.

Los policías argumentaban que ese ramo, el de la seguridad pública, estaba etiquetado y no debía pesar embargo alguno sobre él, que tenían necesidades por cubrir, como alimentación, pasajes, entro otros.

Y cuando los argumentos y contra argumentos se repitieron, el tesorero propuso que se consultara al síndico procurador, Roberto Vargas Bautista, para encontrar una solución.

Aceptada la propuesta, el grupo se trasladó a la sindicatura, pero tuvo que arribar a la oficina del presidente Cruz Castro, donde él y Vargas Bautista se encontraban; en el camino se sumaron policías vestidos de civil por estar de descanso y agentes de tránsito en funciones, hasta sumar entre treinta y cuarenta elementos.

Al entrar, una educada y hermosa edecán intentó negarle el paso a El Faro, pero los policías lo impidieron.

El presidente estalla, atacado por la demencia

Después de diez minutos de espera, el presidente y el síndico aparecieron ante los policías y tránsitos; a esta oficina también llegó Agustiniano Montalván.

En su primera intervención, el pripanista José Cruz, con alto tono de voz y gestos desencajados, se quejó de que quienes querían impedir que trabajara habían demandado al Ayuntamiento, y por ese motivo le habían sido embargados en esta quincena casi un millón de pesos.

Luego de calmar sus gritos, uno de los policías que encabezaban a los inconformes le recordó al presidente que ellos tenían conocimiento que esas demandas laborales databan desde hacía tiempo [2002] y que habían sido promovidas por “su hermano Andrés”, actual asesor del Ayuntamiento.

Agregó este policía que posiblemente el presidente no era culpable de que ese acto reclamado por el asesor recayera precisamente en esta administración, la que ahora él encabezaba.

La mención de su hermano provocó un ataque de ira en el presidente Cruz Castro:

“¡Yo no sé que se traen contra mi hermano Andrés! ¡Yo no sé qué les hizo él que tanto odio le tienen!”.

Y volteando a ver a este reportero que hacía algunas fotografías de la escena, gritó: “Ese reportero, yo no sé qué carga contra mi hermano”.

Y encarándolo directamente, le espetó: “Mejor agarra una pistola y mátalo, que tanto odio le cargas. Agarra una pistola y tírame también a mí, mátame”.

Los policías piden cordura


Policías: exigiendo sus derechos y denunciando corrupción de sus mandos

Sin entrar en el terreno de los gritos y acusaciones, otro de los policías intervino para decir que ellos estaban allí para solicitar que se les pagara la quincena, que tenían muchas necesidades y que era justo que les pagaran, porque no querían tomar otras medidas, que apelaban a la buena voluntad del presidente para que les pagaran.

“No es que usté se moleste, simplemente que nos dé una explicación si es posible; ya el mando ya no quiere estar aquí, ellos dicen: yo ya hice solicitudes, yo ya he hecho gestiones, pero no ha habido nada”.

Ya semi sereno, Cruz Castro dijo que estaban buscando el modo de pagarles, pero que en ese momento no tenían dinero.

Quejas y demandas

En seguida, los quejosos enunciaron otras demandas: rembolso por pago de uniformes hechos por los policías, dotación de nuevos uniformes -que incluyen chalecos y casco- aumento salarial, reparación del cuartel de policía, segunda parte del aguinaldo, seguro de vida, servicio médico, viáticos, entre otras.

Hablaron alternadamente, y a veces varios al mismo tiempo.

“Hemos pagado hasta mil pesos por el uniforme, y ustedes nos dijeron que nos iban a rembolsar ese dinero, y no lo han hecho”.

“Ahí están las instalaciones, todo mal, ahí; los baños, le dijimos al señor director ese día, tráiganos aunque sea unas bolsas de plástico para que cubramos el baño, nada”.

“Vamos al baño al arroyo, a hacer nuestras necesidades”.

“Yo entiendo, yo comprendo”, se limitaba a decir el presidente, entre tanto y tanto.

“Los radios, no tenemos radios; la comunicación se pierde a un kilómetro”.

“Están muertos”.

“Un refuerzo, no lo podemos conseguir; si algo llega a pasar, no podemos”.

“Nos deben tratar como lo que somos, seres humanos, primeramente, yo creo, y deberían de estar honrados de tener policías aquí en Cuaji. Aquí en Cuaji no quieren ser policías porque no les conviene o quién sabe por qué. Tenemos que venir de fuera a trabajar porque necesitamos el dinero, necesitamos el trabajo, ¿sí?, y no es justo que no nos apoyen”.

“Nosotros queremos servir a la población, dar un buen servicio”.

“No es justo que, de plano, nomás se hagan de la vista gorda y nada que se ve, nada. Los radios, ni un radio sirve, porque las pilas, las baterías no sirven, no cargan. No es justo, señor presidente. Quisiéramos que hiciera algo por nosotros y que no se quede en palabras”.

“Si estamos aquí es porque nos resuelva algo”

Presidente: “A mí me gustaría que me aclarara esto, lo que dice que les ha hecho el H3”.

“Sí, dice que él le ha hecho llegar por escrito las necesidades de nosotros, del aumento y las demás cosas que ya mencionó el compañero”.

Presidente: “Y yo les he dicho que sí, y ahí queda en el vacío”, con sarcasmo.

“Pues sí, porque no se ha visto nada, señor”.

El presidente se altera de nuevo

Presidente: “Bueno, si no hay los recursos para yo hacerlo. ¿Cómo quiere que yo… que yo venda lo mío o qué?, como lo estoy haciendo…”

“Entonces, ¿a quién…”

Presidente: “Precisamente, eso es lo que nos preocupa a nosotros, de estar aquí. Yo estoy perdiendo, de estar aquí. Yo quisiera que ustedes, ustedes o cualquiera otro [el reportero no se da por aludido], otra persona diga ‘se está llevando este dinero, y aquí hay una prueba’. ¡Estoy perdiendo lo mío! ¡Estoy haciendo un favor, de estar aquí en esta silla!”.

“Sí, y le estamos pidiendo a usté porque usté es el presidente. Si fuera presidente mi compañero…

Presidente: “Sí, porque todos pelean este hueso por estar aquí por llevarse los centavos. Yo, más sin embargo, no estoy haciendo eso. Me preocupa a mí porque, dice uno, estoy dejando de hacer lo mío no para estar entreteniéndome aquí. ¡Yo estoy perdiendo, de estar aquí!”

“Pues, que se vea algo para seguridad pública, señor, es lo que peleamos…”.

Presidente: “Entonces, dice uno, presión de la gente, yo sin necesidad de estar aquí, en esta chigandera, y ustedes piensan que yo me estoy llevando el dinero, pero, más sin embargo, yo estoy poniendo de lo mío. Eso que gano aquí, eso se va en tres días; estoy sacando de lo mío para poder ayudarle a la gente. ¡Que lo sepan ustedes, y es la verdad! Allá está el que está allá arriba, aunque se burle Eduardo de mí, que creo en Dios. Pero allá nos vamos a ver la cara”.

[El reportero no responde que ya nos la estamos viendo aquí.]

La cordura, de nuevo, a petición de los policías

“No, lo que venimos a pedir nosotros es su apoyo, su apoyo. Aquí nadie está diciendo, ni yo he dicho nada, que usté se está llevando el dinero, ¿sí? Simplemente venimos aquí a pedirle su apoyo para que se nos pague la quincena y los demás puntos mencionados. Creo que es muy importante para todos que podamos trabajar bien, en coordinación, para darle un buen servicio a la gente…”

Que se pongan a disposición las armas y los detenidos

Apaciguado el ánimo del presidente, los policías pidieron que se les reembolsaran el pago de sus uniformes:

“El reembolso, ese día que estuvimos aquí, ustedes se echaron… primero, la culpa, el A4, el A3 y al último llegó por otro lado. Hicimos un gasto cuando entramos aquí, hay que ser honestos. Me da gusto estar con ustedes, trabajando, no lo estoy demostrando con otra cosa, de trabajo, porque tengo necesidad, y porque también quiero que hagamos un buen equipo de trabajo.

“Si en los mandos [director y subdirector, quienes son compadres] hay una desorganización, no hay una buena comunicación, no hay una buena relación de trabajo, ¿cómo vamos a hacerle? Nosotros estamos sacando el trabajo, todos, ¿por qué?, porque ahí hay un problema que traen ellos dos allá arriba, no se entienden y nos afecta a nosotros también”.

“Para que esto sea transparente, presidente, hay que hablar con la verdad, no hay que engañarnos a nosotros mismos…”

“Yo quiero agregar algo, señor, acerca de la seguridad pública: Toda persona que es detenida, yo no sé por qué no se le da el seguimiento correspondiente, con el síndico, y todo lo arreglan allá, afuera”.

“Sí, allá lo arreglan”.

“Luego salen”.

“Eso es vergonzoso, y si usté quiere que trabaje la policía bien, que seamos transparentes, debe hacerse todo correctamente”.

Presidente: “Pero, ¿quién lo arregla, allá?”

“Yo quisiera saber… Me imagino que Campanilla no tiene ningún reporte de algún arma decomisada de Cuaji, porque no se reporta nada, y todos lo sabemos”.

“Sí, sí, así es”.

“Todos lo sabemos, no nada más lo digo yo, todos lo sabemos”.

“¿A dónde van a parar todas esas armas?”

“Y eso es vergonzoso para su administración de usté, que debería ver esto, debería tomar en cuenta esto muy seriamente”.

“Sí, a usté le afecta”.

“Que todo eso llegue acá; los detenidos no tienen por qué soltarse allá afuera”.

“Sí, las detenciones y puestas a disposición, pues”.

“Que los acuerdos políticos que hicieron, eso ya quedó atrás; usté ya es presidente, y se debe trabajar con transparencia, con honestidad. A nosotros se nos ha dicho repetidamente que no agarremos dinero, que no extorsionemos a la gente… Bueno, entonces, ¿cómo vamos a trabajar?”

Presidente: “Pues, ellos que lo digan, aquí están…”

“Todos sabemos aquí que Cuaji, San Nicolás y todos los pueblos de alrededor son pueblos conflictivos, armados. Toda la gente casi está armada. Agarra uno a una persona armada, ¿sí?, esas armas van a seguir haciendo sus fechorías allá afuera porque no se decomisan, porque no se le castiga a la gente”.

Presidente: “Tenga la seguridad que… tanto el subdirector como el director, si lo han hecho, díganlo, díganlo…”

“¿Dónde está esa lista de armas decomisadas, dónde están esas matrículas? No existen porque no las hacen llegar a donde debe, no se les da trámite”.

Servicios especiales

Además, los policías denunciaron que los obligan a cuidar negocios particulares que pagan una cuota mensual (servicios especiales).

“Vienen y le pagan al mando, aquí, la gasolinera de allá aquel lado, la primera, de Marco Antonio Cruz, dicen que están pagando, cuando a nosotros no nos dan ni un [bote de ] agua, andamos con sed. ¿Dónde está todo eso?”.

“No es posible, señor presidente, usté viene a servirle al pueblo, no a servirse de él. Ese es el lema de usté”.

Presidente: “Sí”.

“Y eso, le pone en alto el nombre de usté, como presidente. Charito está pagando, ese es un servicio, también, que no lo debemos de hacer”.

“Particular”.

“No, pues, esos son servicios particulares”.

Presidente: “¿Está pagando?”.

“Sí, está pagando, y dicen que con la autorización de usté”.

Presidente: “Sí, yo dije que dieran el resguardo, pero para que cuidaran que no tiren la basura, no que le cobren a Charito por estar ahí”.

“Se molestan si nosotros nos retiramos…”

Presidente: “Yo no he dado orden de que se tiene que cobrar… Yo dije que se cuidara para que la gente no fuera a tirar la basura…”.

“Nosotros allí, si abandonamos el servicio, que vayamos al baño al mercado, se molestan. ¿Por qué se molestan? Porque, a lo mejor, hay algo allí por ahí, de por medio, que se esté beneficiando, a lo mejor usté no lo sabe, que se esté beneficiando una persona”.

“Ya aguantamos un año, cuidando ese servicio allí, un año. Acá, van como… no sé cuánto…”

“Tres meses, en la gasolinera”.

Presidente: “¿En la gasolinera?”.

“Pero el señor ese es déspota y dice que para eso está pagando…”

“Que él está pagando y que quiere el servicio allí permanente”.

También explicaron que en esos servicios no se les dan consigna [sus funciones], como marca la reglamentación.

“Están las Similares, también, están permanentes, los policías…”

Presidente: “Y ahí, ¿qué hay?”.

“Son servicios, que es el 8-4, ¿no?”.

“El 8-4-1, el 8-4-4, el 8-4-2, la 8-4-5… Son servicios”.

Presidente: “Las similares, allí están por la misma situación de los robos que hay allí, los robos…”

“Pero también hay otros establecimientos; si no los han asaltado es porque han corrido con suerte. No podemos, nada más porque asaltaron a Similares, estar permanentemente allí. Yo digo que para eso está la patrulla o a pie a tierra hay que recorrer esos puntos”.

Presidente: “Yo, más que nada, quiero que ustedes… quiero que quede claro que no estén pensando que allí se está cobrando y me está quedando ese dinero…”

“No, donde se está cobrando es donde Charito, porque él lo dijo: estoy pagando tres mil pesos…”

Presidente: “Yo quisiera saber a quién se lo están dando”.

Risas.

“Eso le toca a usté investigar”.

“La gasolinera, igual, dicen que están pagando”.

“Sí, eso dicen”.

Presidente: “Bueno, yo creo que el subdirector debe de saber… Nosotros, no crean que estamos haciendo lo que estaban haciendo las otras administraciones. Lo que pasa que se está haciendo ese gasto para… parte de ese dinero se tomó para… me parece que una, este, reparación de armas que se llevó a Ometepec…”

Director de seguridad pública: “Sí, se llevaron las armas a reparar, ustedes saben, las escopetas y las carabinas”.

Presidente: “[El subdirector] Pidió, últimamente, que se comprara una base para…”

“Un repetidor”.

“Una base repetidora, sí”.

“Sí, que la iba a poner en su casa”.

“Sí, esa es de él, él lo ha dicho”.

Presidente: “Sí, pero que sepan ustedes que no nos estamos repartiendo ese dinero, en ningún momento…”

Epílogo, con final necio


Agustiniano Montalván, acusado por corrupto

“Esto es una policía auxiliar, y uno sabe cómo se las gastan para llevarse un dinerito extra, pero que no chinguen, que no sea a costillas de nosotros, que no nos chinguen. No hay aumento, no hay nada, ¿y todavía nos va a utilizar para llevarse un billetito a la bolsa?”

Presidente: “Yo…”

“No”.

“No, señor, no dije usté; lo que dije, señor, no creo que sea obra de la casualidad, ni lo que dice el otro, ¿si?. Entonces, ponga orden usté, y si no nos ayudan que no nos frieguen, ¿sí?, por favor…”.

Presidente: “Pero, los dineros, yo quiero que ustedes lo sepan, no se los están llevando ellos; yo sé que lo están haciendo para inversión de ustedes mismos…”

“No, no es cierto”.

“No, no nos engañemos”.

Presidente: “Y sí me gustaría saber, Charito, ¿a quién le da ese dinero, a quién le paga”.

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