martes, 19 de febrero de 2013

Los Hijos del Machomula fue recibido por jóvenes del COBAO en Pinotepa Nacional


17 de febrero de 2013
NADIA ALVARADO
PINOTEPA NACIONAL, OAX.

El pasado jueves 14 de febrero, estudiantes del Colegio de Bachilleres de Oaxaca (Cobao), plantel 03 de Pinotepa Nacional, recibieron al escritor cuijleño Eduardo Añorve Zapata, autor del libro Los Hijos del Machomula, para reflexionar con él en torno al tema de la afromexicanidad, la cultura propia, la identidad en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, la interculturalidad que se vive en ella por ser una zona donde conviven y se mezclan entre sí, desde hace siglos, descendientes de los pueblos originarios, de africanos y europeos, tras la conquista de México por los españoles.


Fotografía: Añorve Zapata, durante su exposición.

La presentación de este libro, por primera vez, fue posible gracias al interés de los profesores y alumnos encargados del Círculo de lectura Atrás de la raya que estamos leyendo y del proyecto Constrúyete.

La bienvenida estuvo a cargo del director de este plantel, Atenógenes Aguirre Flores, quien aseguró que la finalidad de estas actividades es fomentar el hábito de lectura, la expresión oral y escrita, así como el análisis de textos en los estudiantes.

Ante un auditorio repleto de estudiantes del turno vespertino, los comentarios estuvieron a cargo del escritor y poeta pinotepense Adolfo Gazga Baños, quien aseguró que le dedicó tiempo en sus ratos libres: “Me acomodé en la hamaca y me puse a leer. ¡Carajo!, me dije, pero si este cuate tiene oficio! Al irlo leyendo, Eduardo se va proyectando como un hombre bien informado, culto, con buen dominio del lenguaje y que escribe de lo que sabe, del ambiente que vive y ha vivido. Fui de sorpresa en sorpresa: su prosa te atrapa, cautiva; va desgranando palabras, formando frases. Te hace ver imágenes que empiezas a vivir y, de acuerdo a tus vivencias, a recordar pueblos de la Llanada, pueblos ribereños, esteros, mangle, lagunas, mar. Ves calles torcidas y polvosas, respiras el polvo, sientes el sol quemante del medio día, percibes el ronroneo del oleaje del mar, ves la tarde a la caída del sol y un amanecer limpio, cristalino por la lluvia de la madrugada, y ese olor a laguna, estero, mangles y tichinda.


Fotografía: Adolfo Gazga Baños, leyendo su texto.

“En las páginas de Los Hijos del Machomula hay mucho que aprender y recordar; te enseña y aclara interrogantes. Eduardo- le dijo al autor- no has terminado, nos debes muchas páginas relacionadas con los negros. Es necesario saber, es necesario que tus investigaciones nos dejen claro si la discriminación es producto de la ignorancia y la pobreza o si su origen es una treta muy bien urdida por los estrategas del poder político, para mantenernos entretenidos y no cumplir con lo establecido en la Carta Magna donde, dice que todos los mexicanos somos iguales.  Es desde tiempo viejo que al poder político y religioso les interesa sobremanera mantener al pueblo en la ignorancia y la pobreza, para tenernos atrapados a pan y circo, vieja fórmula que aún sigue vigente.

Los Hijos del Machomula es un libro que todo mundo debiera leer, nos presenta un amplio panorama aleccionador y, a veces, conmovedor; paisajes alucinantes, hermosas derogaciones en bien trazada prosa, emociona y sacude leer: El sepulcro del olvido, Bertha Calleja, Las exequias de Nacho Magallón, Las huellas de La Chaneca, Tony Camargo, La negra Toña y Agustín el jarocho, entre otros. La mezcolanza de negros, indios y españoles encontrarás en Los Hijos del Machomula, luz y conciencia sobre nuestra tercera raíz, ¡Hay que leerlo! Cuijla, lo prefiero a Cuaji, está o debiera estar orgullosa de contar entre sus hijos a Eduardo Añorve Zapata”.

Por su parte, Añorve Zapata leyó a los jóvenes uno de los ensayos que contiene su libro, referente al término afroindio, pues, desde su punto de vista, en base a las investigaciones realizadas en la región y a su propia experiencia como costachiquense: “La población de la Costa Chica es resultado de la mezcla entre indios y descendientes de africanos… que lo que unifica a tantos individuos es una cultura viva, más rica e incluyente. Un ejemplo de ello es su música, donde la cumbia y el bolero costeños no han perdido relevancia social desde hace más de cuatro décadas”.


Fotografía: Estudiantes del Cobao, durante la presentación de Los Hijos del Machomula.

De manera alternada, el también fotógrafo y poeta, compartió a los presentes canciones de grupos como Acapulco Tropical, Aniceto Molina y la Luz Roja de San Marcos, Los Multisónicos de la Costa, Los Magallones, José Barette y su Miramar, Los Cumbieros del Sur, El Mar Azul de Esteban Bernal y El Mar Azul de Jesús Hernández, asegurando que estos ejemplos muestran que los músicos de la región no imitan sino crean a partir de lo propio, y hasta la fecha su música la seguimos comprando y bailando y pirateando.

Este recorrido por la música costeña por el paso de los años fue un ejercicio de memoria interesante y un lenguaje que se estableció de inmediato, primero con los profesores y demás personalidades ubicados en la mesa de comentarios, quienes recordaban como en un juego de adivinanzas, tratando de distinguir al grupo que grabó esa canción; o bien, agregando quién la toca ahora, los jóvenes reían, pero también aseguraban que la han escuchado, la han bailado, sintiéndose identificados con las más recientes, como Sufriendo por ti, de Emiliano Gallardo, originario del Cerro de la Esperanza, comunidad perteneciente a Pinotepa Nacional.

En seguida, los estudiantes abordaron al autor con sus preguntas en torno al libro: ¿Qué lo motivó a escribir este libro? ¿Qué se necesita hacer para escribir uno?¿Cómo puede resistir la cultura propia a la globalización?¿Es la familia importante para mantener la cultura? Fueron sólo algunas de las interrogantes.

A la primera de ellas, el también periodista narró una anécdota: “Cuando yo era joven, salí a estudiar, porque en mi pueblo apenas y había secundaria, fui a estudiar fruticultura a un internado para maestros de secundaria. En esa escuela, el rito de iniciación era que al entrar rapan a todos los de primero; a mí, obviamente, me raparon y me pusieron un apodo de esclavo africano: Yambo. Y yo les decía: Pero yo no soy negro, allá en mi pueblo sí hay negros (los estudiantes rieron). Pero a ellos no les importaba eso, me decían: Tú eres Yambo, o sea negro, y yo me angustiaba: De verdad, créanme: los negros están en San Nicolás, en Collantes... y eso me marcó, me dolió mucho. Claro, fue un proceso de años; estamos hablando de 1977. Me puse a leer, aprendí, estudié cosas, pero siempre tenía esa preocupación. A los 25 años decidí raparme y escribí sobre esos temas. En este libro se ve esa reflexión, esa preocupación: ¿Quién soy?,  ¿por qué soy como soy?, ¿por qué somos?, ¿de dónde venimos?  Pero fue a partir de esa experiencia personal”.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, acerca de la indiferencia con que comúnmente se etiqueta a los jóvenes, los estudiantes del COBAO 03 se mantuvieron atentos e interesados en todo momento, a pesar del calor en el auditorio y de tratarse de un tema considerado más de interés para los adultos.

Los Hijos del Machomula está a la venta en el restaurante El Ocaso, en Cuajinicuilapa, Guerrero o al teléfono móvil 741 104 1993.

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