viernes, 22 de febrero de 2013

Vacilan a beneficiarios del 70 y más en Cuajinicuilapa


19 de febrero de 2013
EDUARDO AÑORVE
CUAJINICUILAPA, GRO.

Aunque algunos de ellos dijeron entender de qué se trataba el asunto, la mayoría de los cientos de ancianos inscritos en el programa 70 y más que acudieron al llamado de funcionarios estatales y municipales, de todas las comunidades del municipio de Cuajinicuilapa, se cansaron, se enfadaron y se molestaron porque no les pagaron los dineros con que los beneficia ese programa cada dos meses, aunque tuvieron que aguantar el trajín al que por tres días fueron sometidos.

Un ciudadano de Cuajinicuilapa se ufanaba de haber entendido el propósito de los tantos llamados de aquellas autoridades para que se congregaran, como les está siendo habitual, en la cancha de basketbol del centro de esta población: No es como dicen todos, que nos van a pagar, sino que se trata de que se actualicen nuestros datos para que así se puedan activar las tarjetas con las que nos van a pagar, razonaba, más o menos.

Fotografía: Hasta en el piso, sentados en espera de atención, ancianos de Cuajinicuilapa.


Sin embargo, y de modo contrario, la mayoría de señores y señoras de la eufemísticamente llamada “tercera edad” que acudió a esos llamados de los funcionarios estaban cansados, enfadados y molestos porque no les pagaron, como les anunciaron, tal vez para obligarlos a acudir.

Ahora dicen que nos van a pagar hasta el 28, comentaba otro hombre, enfadado.

Y relataba que ya llevaba dos días acudiendo desde su pueblo hasta la cabecera municipal para recibir “su pago”, encontrándose con que lo único que les pedían eran sus datos y, en una petición que consideraba absurda, que incluyera su dirección de correo electrónico para poder pagarle.

No tengo ni dirección; en mi pueblo las calles no tienen ni nombre, ni siquiera tienen número las casas, y aquí nos piden que traigamos un comprobante donde estén el nombre de la calle y el número de la casa. ¿Cómo le vamos a hacer? Si no trae uno eso, dicen que no le van a pagar. Y ahora piden ese correo... continuaba este señor.

Y ésa era una queja constante entre estos adultos, sobre todo entre quienes venían de otros pueblos: Ya vine el viernes, y gasté, pagué pasaje de ida y vuelta; ahora vuelvo a venir y me dicen que nada, que dé mi correo y no sé qué más, y volví a gastar, y ahora salen que nos van a pagar hasta el fin de mes. Y así nos traen: de aquí para allá, comentaba una señora.

Una mujer más joven, no beneficiaria del programa, que acompañaba a otra mujer mayor, se quejaba del maltrato al que estaban sometiendo a los adultos mayores: Ya llevan tres días: el viernes, el sábado y ahora lunes [18 de febrero], y no pueden salir de aquí. Que si no tienen este dato, que si no tienen el otro. Y así, si no se dan de alta no les van a pagar, les dicen, y les piden correo electrónico. Si ni la gente de aquí, de Cuaji, tiene correo electrónico, ¿cómo van a tener la gente de otros pueblitos?

Parados, en fila y amontonados, cientos de adultos mayores, de ancianos, se formaron y procuraron tener a mano los documentos que probaran quiénes eran, dónde vivían, y así por el estilo.

Algunos llevaban sillas donde sentarse, las que pidieron prestadas a vecinos del centro; otros, se sentaban donde podían, en las gradas, en el piso, incluso; esperando por horas, sintiéndose engañados porque no les pagaron como dijeron; sintiéndose burlados porque los funcionarios, tal vez también cansados, no los trataron con paciencia ni delicadeza sino con aspereza, con frialdad, con prepotencia.

Aún así, todos ellos esperan con ansiedad el 28 de febrero, con todas y las incomodidades y dificultades implicadas en esta “tramitología”, tan necesitados como están de esos dineros, y más que en estos días de ir y venir ya se han gastado anticipadamente una parte (algunos pidieron fiado el almuerzo, la comida, el pasaje), y si no tienen otro ingreso, ¿qué más pueden hacer? ¿Esperar, acaso, los nuevos programas de combate a la pobreza del nuevo gobierno federal?

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