viernes, 26 de febrero de 2010

Una alianza doméstica


A ver: si prospera y se concreta la idea de que el PRD (y sus satélites el PT y Convergencia) vayan en alianza con el PAN en Guerrero, ten por seguro lector apolítico que el siguiente gobernador del estado en este municipio será el que el PRD imponga (y de seguro ha de ser el candidato del gobernador, también). Inteligente, previsora y visionaria como pocos, la presidente-que-no-es-presidente del PRD en Cuajinicuilapa y distinguida miembra del PIG tanteó desde hace mucho el pulso político actual y se alió con don José de la Croix y Casto, apoyando su candidatura para presidente por el Partido Ambición Nacional, después de que ella perdió la candidatura del sol sin llamas y a él lo corrieron a punta de negativas del triscolor en un tris. Es decir, Doña Avón anticipó hace casi año y medio que la moda política en este proceso electoral tendría como motivo la alianza del azteca PeRDeré con el mocho y dizque decente PAN. Ese gesto quizá le valga convertirse en la próxima candidato a la presidencia municipal [piensa, de a grapa, o sea de a gratis, este escribano, intentando verse inteligente, previsor y visionario], ya sea por el PeRDeré, por el PAN o por el PRI, que ella a todos les da entrada y salida, pues, como muy memoriosamente has de recordar, lector inolvidable, también apoyó a la cacica priísta amuzga Acedaeth en su triunfo por la diputación local. También se le acercó el catolicísimo de don José a Paz Rojas, candidato del PeRDeré, y a Rigoberto Marín, candidato del Partido sin Trabajo, para buscar alianzas en los días anteriores a la elección, incluso con intenciones de declinar a favor de alguno de ellos. Aventuro una conjetura, lector lógico: Don José de la Croix y Casto intentó hacer una campaña honesta y antes que aceptar un triunfo de votos pagados (operado por su hermano, el muy cómodo), preferiría perder que obtener un triunfo sucio. Al final lo aceptó, que es lo que cuenta para la cuenta de los hechos y los daños. Más en fin y sin en cambio, el decurso de mi discurso va hacia rumbos no tan davidosos.

Como dijo el maestro que dirigió el programa cívico de honores a la bandera el pasado lunes en la escuela secundaria Lázaro Cárdenas: debemos sentirnos orgullosos de que el estado de Guerrero lleve el nombre del héroe Vicente Guerrero porque él fue un guerrerense ilustre que nació en el estado de Guerrero. O sea, está todo junto con pegado. Es decir, en la clase política se hacen una sola bola: la de los ambiciosos por enriquecerse, por llegar al poder para beneficiarse y beneficiar a su familia, a su grupo, a “su gente”, como suelen decir estos políticos inmorales. Este camaleonismo ha hecho que todos se parezcan, que todos prometan lo mismo, lo mejor, el progreso, el desarrollo, la mejoría, el adelanto, el avance; que todos se digan honestos, transparentes, benefactores de los ciudadanos, amantes de sus pueblos (¿los pueblos son sus queridas?). De igual modo, los uniforma su decir hipócrita, su prometer demagógico, sus prácticas corruptas. PAN y PRD enmaridados, no me espanta. Argumentan los defensores de esta alianza que sólo es táctica, no estratégica; es decir, tienen un objetivo en común: derrotar al PRI, impedir que los también y muy conocidos corruptos gobiernos priístas vuelvan a imponerse. Pero los priístas también pertenecen a la misma clase política, y se confunden con sus colegas aquellos. Sin embargo, las estrategias del PRD, o lo que está escrito en sus cuadernillos no son guía de nadie. Y para muestra ahí está Zeferino, gobernador del PRD. El PRD hace tiempo que dejó de ser el partido de la sociedad; ahora es el partido de los grupos, de las corrientes, de los líderes, de los aliancistas.

Imagina, lector cuijleño, del brazo al líder del grupo cruzcastrista (que ostenta el membrete del PAN en Cuajinicuilapa, a través de su incondicional, la regidora de obras públicas y mejoramiento urbano) con el excandidato perredista Paz Rojas, luego de que se han dado hasta con la cubeta en los últimos años. Y los militantes perredistas, los de hueso amarillo, los que no se voltean porque no son tortillas, los que en él renacieron y en sus filas han de morir, los que incluso han tenido problemas personales con los ahora panistas, ¿saludarán de mano a sus antiguos enemigos, a quienes tanto daño le hicieron y le hacen al municipio, a quienes tantas afrentas les han infringido? Y para cerrar la caravana, del otro brazo de Paz Rojas, Alejandro Marín Mendoza, también panista de ocasión. Y todos unidos como una gran familia para derrotar al hermano mayor, al padre de todos los partidos, al PRI que ha de encabezar ¿el padre Manuel o Layo el Constructor, por ejemplo? Claro, bastaría hacer cuentas, sencillamente, de los votos obtenidos por Paz Rojas, del PRD, de Cruz Castro, del PAN, de Rigo Marín, del PT, y sumar, para ver qué tan fácil es y será darle una arrastrada marca diablo al PRI, aunque lleve de candidato al candidote de Añorve Baños, al que muchos ciudadanos cuijleños ven como la tabla de salvación de la política.

Recapitulemos, lector leyendo: No se trata de seguir la guerra o de odiarse viviendo en el mismo pueblo, yendo a las mismas cantinas, oyendo misa en las mismas iglesias, viajando en los mismos urbanos, comiendo las mismas vacas. Las urnas representan el modo civilizado, dicen los supuestos de la democracia nuestra, para resolver nuestras diferencias. El diálogo, la negociación, la unidad de los cuijleños en pro del bien común. En el comienzo, el PRD propugnó por estrategias distintas y opuestas a las del PAN; fueron su oferta política. En los hechos, las estrategias se desdibujaron y se fueron acercando, con la engañosa idea de atraer a los votantes del centro, ni de izquierda ni de derecha. Ahí está la estrepitosa derrota que sufrió Cuauhtémoc Cárdenas en su último intento por llegar a gobernar la República, campaña en la que se decidió deshacerse del estorbo que representaba el bagaje tradicional de la izquierda, las estrategias para conseguir un país, una patria para todos. Todo por allegarse la preferencia de votantes del centro del espectro político.

En fin, lector aliancista. Llegar al poder para impedir que lo haga el PRI no es argumento suficiente, ni convincente, para aliarse con la derecha. Ni siquiera los buenos números deberían motivar a los promotores de esta alianza doméstica. En Cuajinicuilapa, los números dan la razón a esta idea; siempre y cuando, claro está, lector incauto, que los panistas de Cuajinicuilapa sigan siendo panistas y no se volteen como las tortillas, porque ya está visto que a fin de cuentas ellos siguen sus intereses y votan por su conveniencia, aunque en público hagan como que son azules y en sus oscuros interiores sus corazones latan por Manuel o por Layo, según sea el caso. En realidad, y ya en plan de chacoteo, sospecha este escribano que la gubernatura debiera elegirse mediante un democrático volado; es decir, inscritos los candidatos de los partidos, que se elabore un rool de volados, donde los contendientes vayan eliminándose hasta llegar al ganador. Ya encarrerados en este sainete, se le puede pedir a Dos Caras que nos preste su moneda de la suerte, de todos modos, gane el que gane no se vislumbran buenas cosas públicas en este estado, ni en este municipio, particularmente para los más pobres, con alianzas o sin ellas.

(La Esquina de Xipe)

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