lunes, 22 de marzo de 2010

LA MARA SALVATRUCHA DE CUAJINICUILAPA


(De la invención de noticias espectaculares y la ética)

A nadie le importa, cuando menos a los medios de comunicación que circulan en la Costa Chica. Hay que vender, al margen de cuestiones morales, contra los inexistentes códigos de ética. Inexistentes porque debieran existir, o existen pero no se asumen. Sin escrúpulos, para vender. Sin siquiera medir las consecuencias de lo difundido. Y en estas prácticas vergonzantes (cuando menos para quien esto escribe, aunque éste sospeche que a quienes las practican no les avergüenzan) no voy a referirme a periódicos no periódicos, los cuales aparecen y desaparecen irregularmente, movidos por noticias espectaculares y que venden por despertar el morbo de la población. Hablo de noticieros televisivos, radiofónicos y periódicos regulares, constantes y que tienen públicos cautivos. Analicemos los pelos de la burra, para mejor entender este discurso, lector viajero. O para desentenderse del asunto.

Comienzan, aparentemente, estos hechos la noche del domingo pasado, el 14 de marzo, cuando ocho o doce individuos asaltan una tienda comercial en Cuajinicuilapa, donde permanecen hasta las dos de la mañana, por espacio de cinco horas, después de haber abierto con barreta y marro una caja de seguridad, de la cual han sustraído 18 mil pesos. Los empleados y empleadas, dos mujeres y tres hombres, fueron maniatados y amordazados. Esta información la recogió la Policía Preventiva Municipal a las tres y media de la mañana, cuando llegó para atender una llamada de auxilio. Esta información fue obtenida de manera oficial por este reportero y se basa en el parte de novedades que la PPM rinde. A partir de este hecho delictivo se desencadenan otros, de tipo noticioso, sobre los cuales giran y giran estas reflexiones. El miércoles siguiente, 17, apareció en un par de periódicos (El Sol de Acapulco y Novedades de Acapulco) una nota sobre este hecho, las notas eran similares o ponían énfasis en tres puntos: 1. Los asaltantes pertenecían a un grupo local de la Mara Salvatrucha, 2. fueron violadas las dos cajeras y 3. el monto de lo robado asciende a 200 mil pesos. En las notas de Carlos Torres Morales y Miguel Cervantes Gómez, de esos periódicos, respectivamente, se apunta que esa información fue dada a conocer por el director de Seguridad Pública, cuyo nombre poco importa en este instante. Durante ese día, estaciones radiofónicas, como Soy Guerrero Ometepec, y televisivas, como Cable Costa (desconozco si otras similares también), reprodujeron, palabras más, palabras menos, estas notas. Incluso, otros periódicos del estado lo hicieron, como fue el caso de Diario 17, edición del 18 de marzo, mismo que fue vendido en este pueblo exaltado por violento el viernes 19, promocionando su venta desde una automóvil y resaltando la nota en un tono amarillista. Esta última nota fue firmada por Jorge Octavio Vargas Sandoval, quien tampoco constató la veracidad de los hechos; como es su costumbre, sólo envió una copia de esa nota.

Independientemente de la fuente citada, afirmar la existencia de la Mara Salvatrucha en Cuajinicuilapa es un acto irresponsable porque no hay evidencias de que miembros de este grupo actúen en el municipio, ni menos que se dediquen a realizar robos a tiendas comerciales. Uno de los “argumentos” o “razones” utilizadas en la calle para inculpar a los Mara Salvatrucha es que los asaltantes “hablaban como salvadoreños”. Si el director de Seguridad Pública, Eleucadio Valentín Agustiniano Montalván, declaró ante aquellos periódicos que así fue, el funcionario actuó irresponsablemente y sus superiores deben pedirle cuentas por alarmar innecesariamente a la población. Pero, no creo, lector informado, que el presidente de este municipio esté enterado conscientemente de estos hechos. En fin, que descanse su enfermedad en paz. A pesar de ello, los “reporteros” estaban obligados a confirmar el dicho, si fue el caso, del director aludido; pero ellos no lo hicieron, sólo lo anotaron, actuando irresponsablemente y lejos del código de ética que rige a los medios de comunicación, el escrito y el no escrito. Lo mismo debieron hacer los medios que reprodujeron, acríticamente, esas notas; tampoco lo hicieron. Incluso, Cervantes Gómez informó en la edición del viernes pasado en el Novedades de Acapulco que el ejército y otros cuerpos policíacos perseguían al grupo de la Mara Salvatrucha que aparentemente opera en Cuajinicuilapa. Si los medios citados hablaran de Los Soteños, Los Panteoneros, Los de El Peligro, La Rubia 18, por ejemplo, esas alusiones tendrían más sustento en la realidad y no en la imaginación porque estas bandas o gangas (y otras más) sí existen.

Resulta también dudoso el dato segundo: violaron a las dos empleadas. La mañana del lunes, conocidos los hechos delictivos, algunos cuijleños reflexionaban: Si duraron más de cuatro horas encerrados en la tienda, y a las dos las tenían amarradas, ni modo que no las violaran. Tanto tiempo que tardaron allí. Como puede verse, el dato es impecable e implacable, lector flemático. Hasta donde este reportero que teclea y critica conoce, no hay evidencia de que esas violaciones hubiesen ocurrido, aparte del sesudo razonamiento anotado y de las especulaciones de uno que otro chismoso, no hay testimonios, no hay dictámenes legistas, no hay pruebas de esas violaciones. Incluso, la mañana del lunes, y los demás días posteriores, las conductas mostradas por las incriminadas no permite deducir o sospechar o concluir que fueron violadas. Cree este reportero metido a analista que esas muy propagadas violaciones ocurrieron en la imaginación del reportero Torres Morales, fuente de las notas, cuya práctica común es inventar noticias, fingir entrevistas, citar declaraciones inexistentes y etcéteras, aparte de plagiar. O, ¿tiene pruebas de esas violaciones? Ojalá y sí, y desmienta estas afirmaciones mías. Del mismo modo, los demás informadores o difundidores de noticias dieron por buena esta información, difamando a esas muchachas, quienes desde la semana pasada son señaladas por haber sido violadas, quedando manchado su prestigio y sus personas, sobre todo en una sociedad tan discriminatoria y misógina, que desprecia a las mujeres, como la nuestra. El último punto se refiere al monto de lo robado. Como es su costumbre en estos casos, los directivos de esa tienda prefirieron no declarar a la prensa, aunque a la PPM sí le dijeron que fueron 18 mil pesos. Se dan argumentos a favor y en contra del monto de lo robado, cuyo número más espectacular es 200 mil pesos; sin embargo, no existen datos confiables para asegurar la veracidad de una cifra y otra. Claro que ésta es espectacular y buena para vender periódicos amarillistas.

Ética es una palabra que se refiere a los valores, y sus jerarquías, que norman la conducta humana, o las conductas humanas, lector leído. Los reporteros, los informadores, la gente de los medios de comunicación que informa y transmite noticias está obligada por sí misma y por la normatividad en la materia a actuar basada en ella, en la ética. Ética, ética, ética: si se pronuncia muchas veces la palabra, sus sonidos parecen dejar de tener significado. En México existen aproximadamente tres mil medios de comunicación y, según estudiosos en el tema, sólo treinta de ellos tiene un código de ética, es decir, una serie de principios y normas para dirigir y regular su actuación. Aclaran los estudiosos que no todos los medios de comunicación ni todos sus trabajadores actúan conforme a esos códigos. Anoto ahora, lector ético, dos normas del código de ética de este medio informativo, El Faro de la Costa Chica, relacionados con lo dicho y analizado: Reporteros, redactores y editores deben estar concientes del daño moral, en ocasiones irreparable, que una información ambigua o equívoca puede provocar en la reputación de las personas. El periodista debe extremar rigor y precaución para verificar toda información que comprometa el honor ajeno. Además: Debe evitarse la exageración y la manipulación de las noticias en detrimento de su veracidad. Anoto estas dos normas por desconocer los códigos de ética de los medios informativos mencionados. Ética, ética, ética, ética, ética.

(La Esquina de Xipe)

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