25 abril
Después de las acusaciones en su contra, por invasión y daños (El Faro, 19 de abril de 2010), y de que le fue notificada una demanda por el mismo asunto, el pripanista José Guadalupe Salvador Cruz Castro reviró que Jesús Marín Colón, su acusador, “quiere despojar al municipio del pozo de agua que abastece a la población”, ante varios ciudadanos y ex autoridades locales, en una reunión convocada “para esclarecer la compra-venta del pozo” en la oficina presidencial, el pasado viernes 23 de abril.
En un cambio radical de postura y opinión, Cruz Castro pasó de acusado a acusador, al afirmar ante varios ciudadanos que Marín Colón “no es dueño del pozo de agua”que abastece a la cabecera municipal y “que pretende despojar al municipio de él”, después de que aquel lo señalara públicamente por haber enviado a personal del departamento de Agua Potable y Alcantarillado (APA) para que hiciera una toma de agua exclusiva para su fábrica de hielo, invadiendo y excavando en su terreno sin permiso.
Incluso, en una nota pagada en El Sol de Acapulco, sección El Sol de Costa Chica, publicada el pasado domingo 25 de abril y firmada por Carlos Torres Morales, el presidente dejó en claro esta postura y pretendió mover la opinión a su favor, pasando al ataque.
Este cambio resultó muy drástico sobre todo porque antes del viernes 23 de abril el bondadoso presidente Cruz Castro había enviado a un hermano suyo a negociar con Marín Colón para encontrar un arreglo, y que se depusiera la demanda ante el Tribunal Agrario que le fue comunicada la semana pasada, reprochándole que hubiese acudido a El Faro para denunciar el abuso de autoridad, los daños y la invasión.
Al no encontrar eco a su propuesta, José Cruz decidió contra atacar y convocó a ex autoridades locales y a ejidatarios que pertenecieron a una extinta empresa agrícola y ganadera (primera propietaria del pozo en cuestión) para que atestiguaran los términos en que se llevó a cabo “la compra-venta del pozo”, en la oficina del presidente, el pasado viernes, con el objeto de ganar adeptos a su causa, a los que trasladará a Acapulco cuando tenga que comparecer a petición de aquel Tribunal.
En esa reunión, el presidente dijo que había sido demandando el Ayuntamiento por parte de Jesús Marín Colón, “quien dice que supuestamente es el dueño del contrapozo de agua que alimenta a la población”; además, según el presidente, este ciudadano reclamó al Ayuntamiento “porque sacamos agua para venderla a la población del servicio del agua potable”.
El pozo profundo en cuestión fue construido a fines de los años setenta y sirvió para abastecer de agua a los cultivos y al ganado de la Empresa Agrícola Ganadera Ejidal Cuaji 77; posteriormente sería adquirido por los gobiernos municipal y estatal para abastecer de agua a la cabecera municipal; al desaparecer la empresa, el terreno en el que se ubica fue asignado a un ejidatario, al cual le fue comprado por Marín Colón, hace un poco más de 15 años.
Por su parte, en la reunión descrita, el catolicísimo Cruz Castro aprovechó para insinuar que Marín Colón era un enviado del Demonio o el Demonio mismo que buscaba el mal para el municipio; además de citar un pasaje de la Biblia para ejemplificarlo.
José Cruz se dolió, y se dijo triste porque “este hombre actuó con dolo y mala fe en contra de un servicio que toda la población utiliza, y además se molesta de que entren al terreno donde están las instalaciones” del pozo.
En su oportunidad, uno de los ciudadanos, experto en la materia, le respondería al presidente Cruz Castro que “si uno compra un terreno, y en ese terreno hay un palo de mango, ese palo de mango es mío”.
Al ser cuestionado por algunos de los ciudadanos presentes, el también empresario del ramo de hielo y agua envasada José Guadalupe Salvador Cruz Castro respondió, en un reconocimiento tácito de que sí ordenó al personal de APA que invadiera y excavara en aquel terreno, que “esa tubería fue instalada para una nueva colonia que vamos a crear”, respuesta que muchos calificaron, por lo bajo, de mentirosa.
Finalmente, el intento de culpar a Marín Colón de querer robarse el pozo profundo no tuvo el eco que el bueno de Cruz Castro pretendió encontrar, porque algunos de los asistentes expresaron su desconfianza y descreimiento en sus palabras por conocer los hechos de primera mano.
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