21 enero
Desde hace un poco más de un mes llegó una brigada de trabajadores de la construcción a Cerro de las Tablas, municipio de Cuajinicuilapa, con el objetivo de ejecutar las obras del programa federal Pisos firmes, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social, las cuales apenas iniciaron y ya se suspendieron sin haber concluido, causando molestias, incomodidades y perjuicios entre los supuestos beneficiarios.
“Imagínate tú, la gente de Comaltepec que sacó sus cosas a la calle porque le dijeron que ya iban a echar los pisos, y ahora que vinieron estas lluvias que no se esperaban, cómo quedaron sus cosas, cómo no se les echarían a perder; aquí, lo bueno es que nadie sacó sus cosas, si no, el daño que hubiera hecho la lluvia”.
En la cancha del Cerro de las Tablas hicieron grandes dos montones, apilados, de cemento y los lugareños se alegraron porque pensaron que enseguida iniciarían los trabajos de construcción de los famosos pisos firmes.
“Ya chingamos, dijimos, pero luego vimos que los trabajadores a veces trabajaban, a veces no, y se iban y dejaban todo; cuando les preguntamos dijeron que el ingeniero no les pagaba, por eso no trabajaban”.
En Cerro de las Tablas, incluso personas cuyos casas sí tenían piso entraron al programa.
“Fulano quebró el piso de la cocina, y hasta el de su casa, que estaban buenos, porque pensó que le iban a echar pisos nuevos; pero se chingó, porque no ha habido nada”.
El cemento fue disminuyendo porque, según algunos vecinos, “se fueron llevando los bultos de cemento a otras partes donde estaban echando los pisos, al [Cerro del] Indio y lugares así, según dijeron los trabajadores”.
En una ocasión, la población se opuso a que se llevaran el cemento, pero no pudo impedirse que se fuera yendo.
Hay quienes afirman que los trabajadores vendieron el cemento, “porque el ingeniero no les pagaba, así que lo tuvieron que vender, aquí mismo, parece”.
La gente se desespera, porque solamente se han construido pisos en diez casas, más o menos, quedando la mayoría sin ellos.
“Nada más se andan haciendo pendejos; nos hubieran dado el cemento y ya uno hubiera buscado quien lo echara, eso lo hubiéramos hecho de nuestra cuenta para que hubiera sido rápido y también que lo hubieran echado bien, porque luego esas obras de gobierno están mal hechas”.
Del entusiasmo al desánimo y la desilusión se transita pronto cuando se trata de este tipo de obras; la gente ya está acostumbrada a ello, a desconfiar por sistema.
“No sé a quién le echaron el piso y el cemento que sobró se lo llevaron; quién sabe si no le pusieron menos cemento y más arena y por eso sobró; si uno lo hubiera hecho o mandado a hacer, seguro que hubiera quedado mejor, pero ni modos”.
También se critica que hubiesen llevado arena de otro lado, habiendo arena en el río local: “La arena que están metiendo es mala, tiene lodo, no está pura, y eso no es bueno; además, están gastando más, mejor hubieran agarrado arena de aquí, que no está tan sucia”.
El martes pasado, 19 de enero, los trabajadores levantaron las revolvedoras y el demás equipo y desaparecieron.
“Dijeron que van a regresar, pero estamos preocupados porque estamos viendo que ya se llevaron todo el cemento, que ya se llevaron todas sus cosas y no han terminado; eso quiere decir que, de seguro, que ya no van a regresar, que ya no vamos a alcanzar, que ya nos chingamos”.
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